Misterio:la calle fue su trinchera

La vida exagerada de Percy Rodríguez Marchand, Misterio.

Le decían Misterio, y de ser un hincha más de Universitario de Deportes pasó a personificar el paradigma de la Trinchera Norte. Para la policía, no fue más que un delincuente juvenil al que el destino llevó a personificar las ansias de reconocimiento social.Escribe MARICARMEN CHIRINOS

En el fútbol no existen reglas ni fórmulas ganadoras. Misterio, Percy Ramón Rodríguez Marchand, ese dirigente de la barra brava de la U cuya trágica muerte lo convirtió en icono de un sentimiento, quiso que su vida fuese como el fútbol: regida por el azar.
«Mi vida va para todos lados», respondió Misterio cuando el Cuervo le preguntó por ese graffiti que dibujó en una pared y que luego se convertiría en tatuaje sobre su brazo izquierdo. Las cuatro flechas que apuntan a los puntos cardinales y que responden a las letras N, O, R, T, E quedaron inmortalizadas tras su muerte.
El Cuervo toma un sorbo de su gaseosa e imagina que si Misterio resucitara y comprobara el poder que tiene su imagen en la Trinchera Norte, se volvería a pegar un tiro con la misma pistola Taurus calibre 38 con la que se mató una mañana de 1997, jugando a la «ruleta rusa». Y se volvería a morir feliz de la vida.
«Porque a Misterio le gustaba contar sus hazañas, le gustaba figurar. Quería que lo reconozcan». José Bonilla, el Cuervo, toma otro sorbo y aclara de entrada que Misterio no estuvo entre los fundadores de la Trinchera Norte el 9 de noviembre de 1988, y que la razón de su apodo, pese a las innumerables versiones existentes, siempre fue un real misterio hasta para la gente de la Trinchera.
Cuando en 1995 ambos compartieron la dirigencia de la barra, era evidente que nunca se pondrían de acuerdo. Bonilla era el ideólogo, el pensamiento Trinchera, el que auguraba las tres etapas por las que debía pasar la Trinchera Norte: la toma de la tribuna, la toma de las calles y la toma de la U. Todo era tomar.
Misterio representó la fuerza de choque. Fue el muchacho matón y carismático que se hizo conocido como «parador»: sabía detener como ninguno el avance de los aliancistas en las guerreadas.
A Percy Rodríguez, Misterio, la vida fue una guerreada continua. Su infancia estuvo marcada por dos autogoles, su padre lo abandonó y su madre murió poco tiempo después. Creció con la familia de sus tíos en Mangomarca (SJL), un hogar dónde todos eran hinchas del Cristal. «Entonces yo me volví de la U para darles la contra», contó una vez. A Misterio o «el Loco», como le decían sus amigos, la Trinchera Norte le dio el reconocimiento y la solidaridad que nunca encontró en casa.

(ANTI) HÉROE POPULAR

 

Misterio llegó a la barra brava en 1989, con sus 18 años a cuestas, pero se hizo «alguien» cinco años después, cuando con Curay, Foreman, Payet y Godzuky implantan por la fuerza el gobierno de La Cúpula.
«Fue durante un viaje a Arequipa», recuerda el Cuervo. Al mando de La Cúpula, la Trinchera Norte se radicalizó.
«A La Cúpula todos le temían, desde el presidente hasta el último hincha, pasando por los jugadores y periodistas». El Cuervo recuerda que tras la goleada que le propinó Alianza Lima (6 a 3), la Trinchera entró a los camerinos para exigirles a los jugadores sudar la camiseta. De los gritos pasaron a los golpes y el «Puma» Carranza le pegó un combo a Rukely, un hincha que también murió más tarde jugando a la ruleta rusa. En una escena delirante, «el gordo» Alfredo González ñen ese momento presidente de la directiva de Universitarioñ intervino para apaciguar los ánimos. Las semanas siguientes se vivió un ambiente de tensión en el Lolo Fernández. Cuando llegó el aniversario del club, el 17 de agosto, «el Puma» se olvidó de las poses matonescas y buscó hacer las paces con la Trinchera: fiel a su estilo se los ganó con cinco cajas de cerveza.
Cuando la mística se perdió, el interés de las directivas se centró en el manejo de las entradas más que en el aliento al equipo.
Ellos, como el Cuervo, optaron por alejarse. Misterio no. Del muchacho carismático que trabajaba como vendedor de acciones en la Bolsa de Valores de Lima no quedaba nada y se fue transformando en un lumpen más. Tanto así que se volvió un extraño hasta para su novia de toda la vida, Giovana, conocida como «Decoradita», por sus pecas.